viernes, 30 de noviembre de 2018

CAP. 4.- MI PRIMERA NOCHE SOLO EN EL CARIBE


La brisa movía con rapidez la balsa y Luis dedujo que sería hacia el Caribe, pues el mar no arrojaría hacia la costa una balsa muy adentrada. Pensó que alrededor de la 1:00 pm notarían su ausencia en el demoledor y enviarían helicópteros y aviones para buscarlos. El sonido de la brisa le recordaba a Luis Reginfo cuando le gritaba “Gordo, rema para este lado”. Las horas pasaban, la brisa paró, el murmullo de Reginfo también pidiendo auxilio también, y ningún avión se aproximó.
Luis estuvo esperando atento a que pasaran los aviones. Cayó el atardecer y cuando oscureció, esperaba ver las luces verdes y amarillas de los aviones en el cielo, pero sólo vio un mundo de estrellas que trató de identificar para ubicarse mejor. Se sentó al borde de la balsa, el pero lugar recomendado por sus instructores, pero sólo allí se sentía seguro de las bestias y animales marinos que pasaban debajo de la balsa. Durante cada minuto observó su reloj; lo estaba volviendo loco la espera y el tiempo pasaba lentamente. Decidió quitárselo y aventarlo al mar, pero al cabo de un rato, no lo hizo y siguió revisando la hora constantemente.
No había dormido nada esperando ver las luces de los aviones y escrutando el horizonte en busca de algún barco. Al amanecer sintió la tibia brisa, estiró su cuerpo y le dolía la piel. Recordó el demoledor, cómo a esa hora estaría comiendo su desayuno y le dio hambre. Comenzó a reconstruir lo sucedido, y de haber estado en su litera y no en cubierta, ahora todo estaría bien. Pensó que todo había sido culpa de su mala suerte y sintió angustia.
Al mediodía recordó Cartagena y pensó que sus compañeros habrían sido rescatados. De pronto vio un punto negro en el horizonte que se acercaba con gran rapidez hacia la balsa. Luis se quitó la camisa para atraer su atención


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