El
26 de febrero, por la mañana, ya estaban en el Golfo de México y los temores de
Luis desaparecieron. El cabo Miguel Ortega volvía el estómago todo el día y su
malestar no mejoraba por la marea. Al entrar al mar Caribe, Luis sintió el
mareo y la inquietud del Caribe. Los temores regresaron y se los comentó a Luis
Reginfo, pero éste le aseguró que el barco no sufriría ningún accidente porque
era un barco lobo. Entonces los temores se agudizaron junto con el recuerdo
constante de la película “El motín del Caine”
El
27 de febrero, a la medianoche, los tripulantes recibieron la orden de pasarse
al lado de babor para hacer contrapeso y estabilizar el demoledor. Los malos
presentimientos regresaron porque el mar estaba muy picado. A las 5:30 de la
madrugada Luis hizo guardias en cubierta con sus compañeros Ramón Herrera,
Eduardo Castillo, Luis Rengifo y el Cabo Miguel Ortega. De hecho este último no
habría muerto si hubiera permanecido en su camarote por su estado descompuesto.
Era
imposible descansar con el movimiento constante del barco. A pesar de que el
día era despejado, las olas eran cada vez más altas y golpeaban fuertemente la
cubierta.
Un
minuto de silencio
Luis
Rengifo advirtió que el barco se estaba hundiendo. La orden para pasarse a
babor se repitió. Pasó alrededor de un minuto y todos se sujetaban en silencio.
Después dieron la orden de colocarse los salvavidas. Eran las 11:45 cuando una
ola enorme los envistió y arrojó al mar. Por unos segundos no había nada más
que mar, pero el Caldas salió entre las olas chorreando como un submarino y fue
entonces cuando Luis comprendió que habían sido arrojados al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario